¿Por qué recurrimos a la comida para calmar nuestras emociones?
¿Y por qué suele ser más dulce, o salado, y no me da por tomar una manzana, o una loncha de jamón?
Estas son algunas de las preguntas más recurrentes que me hacéis.
Hoy, os traigo la respuesta.
Debemos saber que cuando aparece el comer emocional, viene asociado a cualquier tipo de emoción, desde estrés y aburrimiento, hasta alegría.
Hoy me centraré más en el comer emocional asociado a emociones menos agradables, porque suelen ser las que me comentáis más.
La idea es que nuestro cuerpo busca siempre la homeostasis= equilibrio. Así, cuando nuestro cerebro está recibiendo esas emociones menos agradables, buscará emociones y sensaciones agradables, para conseguir ese estado de calma y equilibrio.
¿Y cómo puede sentir esas emociones? Gracias a la estimulación del área de placer del cerebro o centro de recompensa. Este área se activa gracias a la dopamina . Esta hormona es liberada de diferentes formas: ya sea con el sexo, alcohol, drogas, likes y comida.
Dentro de esta última, los alimentos más grasos, con más sal y/o azúcar, serán los que más estimulen esta liberación de dopamina, y con ello, la activación del área del placer y recompensa.
De ahí que si estoy triste, estresada/o, aburrido/a, mi cuerpo me pida ese tipo de comida más energética y menos.
Todo esto es bien sabido por la industria alimentaria. Por ello, en sus productos suele añadir potenciadores del sabor como glutamatomonosodico (sódico nos recuerda a clorurosódico que es sal), endulzantes como el azúcar o edulcorantes (sucralosa, sorbitol, xilitol...), y grasas palatables como las hidrogenadas (aceite de girasol, aceite de palma, de nabina, algodón, soja...).
De ahí que cuando sentimos esa sensación de "vacío" (ese "gusanillo") el cuerpo pida este tipo de alimentos.
Debemos tener en cuenta además que los productos creados por la industria, llevan una combinación mayor de estos 3 tipos de ingredientes, para que la liberación de dopamina sea mucho superior a la que provocaría por ejemplo, un salmón o un mango.
Lo llaman la triada del placer, y antes de sacar un producto al mercado, buscan alcanzar el punto de éxtasis. Así es como rompen las barreras del autocontrol.
Seguramente rara vez te hayas visto diciendo: buah no puedo parar de comer salmón, pero sin embargo seguramente si que te cuesta soltar la bolsa de patatas fritas sin terminarla o casi casi acabarla.
Además de esto son alimentos de fácil masticación y digestión permitiéndonos tolerar mayor cantidad de comida, y por ende mayor aporte energético que también retroalimenta esa mayor liberación de dopamina.
Vale Nuria, y ¿a qué se debe esa liberación de dopamina por esos alimentos y no otros?
Esto es nutrición evolutiva . Cuando aun teníamos que cazar y buscar nuestro propio alimento, si por ejemplo carroñeabamos el cadaver de un bisonte, rápidamente se activaba este área de recompensa= placer del cerebro, que nos indicaba que debíamos volver a buscar eso que nos había proporcionado esa energía que nos permitía sobrevivir hasta la siguiente comida que pudiéramos obtener.
Por ende es algo que llevamos en nuestro ADN, como el cervatillo que nace y sabe andar. Es un mecanismo automático adquirido. Está asociado a nosotros y no vamos a no conocerlo, ni evitar que suceda.
Es algo bueno, que nos ha permitido sobrevivir a lo largo de los años.
No debemos por ello ver la comida como el problema, sino como hablamos ya en el anterior post, pararnos y ver por qué me pide la comida el cuerpo. Ver el origen, para trabajarlo.
Como es un tema extenso como podéis ver. Hoy lo dejamos por aquí, para que podáis ir procesando toda la información, y el próximo día continuamos con otros puntos que pueden influir en este aprendizaje y en los que si podemos actuar más para hacer cambios.
Feliz sábado! =)
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